Giorgio Armani, a sus 90 años, aún recuerda cómo la moda se convirtió en una vocación inesperada, pero definitiva, que marcaría su vida. A pesar de que su camino profesional comenzó en la medicina, siempre hubo una conexión latente con el estilo y la estética. En una entrevista con la edición española de Esquire, al ser preguntado por su primer recuerdo ligado a la moda respondió evocando la elegancia de su padre y la naturalidad de su madre.
“Mi padre siempre iba muy elegante, siempre con traje, y mi madre también vestía muy bien. Era una mujer a la que no le gustaba maquillarse, aunque una vez la convencí que lo hiciera para una foto. Tenía un estilo y una belleza natural”.
A la hora de buscar influencias poderosas en lo que sería su percepción estética, el icónico diseñador hablará de cine. Con nostalgia, recordó: “Esas estrellas de cine que veía en la gran pantalla, en Milán, parecían mucho más espectaculares que en la vida real. Sin duda marcaron parte de mi memoria estética”. Imágenes glamorosas que se fueron convirtiendo en un imaginario que él mismo recrearía en su trabajo al vestir a las grandes figuras de Hollywood.
Los recuerdos de su infancia en Italia y el estilo particular de sus padres sentaron las bases de lo que se transformaría en su pasión de toda la vida. Armani describe cómo fue el entorno familiar el que le proporcionó sus primeras lecciones de estilo, y lo define con admiración como un legado de autenticidad y simplicidad.
Influencias varias
La infancia de Armani estuvo marcada por un estilo discreto y elegante que lo orientó hacia una moda atemporal. Sin embargo, a lo largo de su carrera, fueron otras figuras las que ayudaron a definir y consolidar su visión de la moda. El diseñador reconoce la profunda influencia que las diseñadoras Gabrielle Chanel y Jeanne Lanvin tuvieron sobre su obra, especialmente Chanel. “Debo mucho a aquellos visionarios del siglo XX que concibieron una moda para la era moderna que fuera también para todos los tiempos”, señaló.
Para él, la grandeza de la casa de modas francesa residía en su habilidad para simplificar las formas y explorar el uso de tejidos masculinos en prendas femeninas. “Utilizaba tejidos masculinos para prendas femeninas -explica Armani-. Exploraba la sencillez en las líneas y las formas y veía la elegancia como algo relacionado con la eficacia”. Esa misma búsqueda de sencillez y funcionalidad, alejada de los colores llamativos, fue tomada por el joven diseñador italiano y moldeó su visión de lo que debía ser la elegancia auténtica: una moda que prioriza la pureza de las líneas y una paleta sobria, con el “no color” como símbolo de distinción.
A lo largo de cinco décadas, Armani siguió ese mismo principio, cultivando un estilo caracterizado por su consistencia y su claridad. Su enfoque minimalista y elegante responde a una filosofía que nunca perdió de vista: la de hacer prendas que exalten la esencia de quien las lleva sin abrumar su personalidad. Inspirado por Chanel, pero con su propia voz creativa, Armani mantuvo una evolución sutil en su obra, pero siempre fiel a una estética funcional y sobria que él mismo definió desde sus primeros días en la industria.
De la ciencia a la pasarela
Antes de dedicar su vida por completo a la moda, Armani comenzó sus estudios en medicina, un campo que parecía estar muy alejado del glamour de las pasarelas y el diseño. Sin embargo, esta breve incursión en el mundo de la ciencia dejó en él conocimientos que se volverían esenciales para su trabajo como diseñador.
En lo siente así: “Si vas a vestir el cuerpo, debes entender un poco cómo está proporcionado y cómo se mueve”. Esta comprensión de la anatomía y las proporciones humanas fue, quizás, una lección inesperada que se convirtió en una ventaja competitiva en su carrera.
¿Influyo en eso su formación médica? “La verdad es que no mucho”, admite. Pero reconoce que su visión única del cuerpo humano, adquirida en esos primeros años, le permitió diseñar prendas que no solo se ven bien, sino que acompañan y favorecen la movilidad natural del cuerpo. Cada prenda de su obra está pensada para realzar la figura sin comprometer la comodidad ni la libertad de movimiento, conceptos que, de algún modo, están conectados con su formación en la ciencia.
Armani en la gran pantalla
Uno de los momentos decisivos en la carrera del diseñador fue su entrada al mundo del cine. Su colaboración en la película American Gigolo (1980), de Paul Schrader, marcó el inicio de una relación duradera con Hollywood y el séptimo arte, consolidando su estatus como diseñador de referencia para grandes figuras de la pantalla. Armani recordó esta experiencia como un hito en su carrera: “Fue un gran momento. Me permitió ver lo poderosa que podía ser una relación con el séptimo arte”. Desde entonces, vistió a estrellas en más de 100 películas, demostrando su capacidad para adaptar su estilo sobrio y elegante a personajes de todos los géneros, consolidándose como el diseñador que cambió la imagen masculina en la cultura popular.
Un sabio de la moda
Armani es consciente de que la industria de la moda se mueve a un ritmo frenético, demandando novedades constantes y transformaciones radicales cada temporada. Sin embargo, él optó por seguir su propio camino, manteniéndose fiel a una visión que, con los años, apenas ha cambiado.
Dice: “Al principio imaginé y definí un estilo que he seguido con constancia y dedicación. Ha permanecido esencialmente inalterado, evolucionando casi imperceptiblemente con el tiempo”. Su enfoque, basado en principios claros, le permite resistir la presión de cambiar sin motivo, mostrando que, para él, la moda es más una cuestión de autenticidad que de novedad.
Para el diseñador, el verdadero estilo no está en las piezas inalcanzables ni en la exclusividad, sino en la capacidad de la moda para conectar con la vida cotidiana. “Para mí la moda nunca es evasión sino realidad: siempre”, afirmó, subrayando su deseo de crear prendas que puedan ser usadas por personas comunes en su día a día.
“Nunca me interesó la moda como piezas caras a las que la gente pueda aspirar”, agregó. Armani cree que el estilo debe ser una expresión personal y accesible, que permita a quienes lo visten sentirse cómodos en su propia piel y reflejar su verdadera identidad. La moda, bajo su visión, cobra significado en la vida real, entre la gente común, y no en un ideal lejano.
Para ser alguien tan venerado, la pregunta es: ¿dónde encuentra la inspiración para esas creaciones que generan suspiros a sus pasos? “En todas partes. En el cine, en el arte, en la música, en mis viajes y observando a la gente, a los contemporáneos en su día a día”, dice con sencillez y amplitud.
La observación atenta de su entorno es una práctica constante en la vida de Armani, quien imagina cómo serían las personas si él las vistiera, observando cada detalle de su comportamiento, desde cómo hablan hasta cómo comen. Esta conexión con la vida real y los pequeños detalles de la cotidianeidad nutre su creatividad y le permite diseñar prendas que se ajustan a las necesidades reales de sus clientes, con un estilo funcional que perdura en el tiempo y que trasciende modas pasajeras.
Perfeccionismo y pasión
A lo largo de su carrera, el italiano ha construido un equipo de confianza en el que delega tareas, reconociendo la importancia de rodearse de personas que compartan su visión y compromiso. No obstante, el diseñador se define como un perfeccionista, involucrándose en cada paso del proceso creativo, desde el diseño hasta la producción y la comunicación de su marca.
“Tengo un excelente equipo de personas a mi alrededor en las que confío. Sin embargo, soy un perfeccionista confeso y afronto mi trabajo con un entusiasmo enérgico que hace que me guste implicarme en todos sus aspectos”, explica. Este balance entre liderazgo y control asegura que cada detalle de su obra refleje fielmente su identidad creativa, manteniendo la calidad y coherencia que lo caracterizan.
Para él, la moda es mucho más que un trabajo: es un canal de expresión que le permitió crear un “universo estético propio”. Aunque admite que esta dedicación le costó sacrificar tiempo personal, no se arrepiente de haber consagrado su vida a esta industria que considera su verdadera pasión.
“La moda me proporcionó un canal que me permitió expresar mi imaginación y creatividad”, afirma el diseñador, destacando que este mundo le brindó la oportunidad de desarrollar un estilo único y reconocible. Sin embargo, reconoce que la intensidad de su trabajo le robó la posibilidad de dedicarse a otras cosas. “Lo que me quitó fue tiempo para otras cosas. Pero nunca lo he lamentado, pues no hay nada a lo que hubiera preferido dedicarme”, declaró.
En cada diseño, Armani plasma una parte de sí mismo, logrando que la moda se convierta en un refugio donde puede explorar y construir una estética personal, un estilo que él mismo define como el “estilo de vida Armani”, caracterizado por la elegancia, la funcionalidad y un enfoque en la autenticidad que ha marcado su legado en la moda contemporánea.
Influencia genuina antes que fama
En la era digital, el papel de los influencers se volvió fundamental en la moda, pero el italiano se muestra escéptico ante este fenómeno. Aunque reconoce su capacidad para generar interés, afirma que prefiere una influencia basada en el talento genuino, más allá de la popularidad en redes sociales. “Generan interés, sin duda, y tienen su lugar en la era digital en la que vivimos. Pero yo prefiero la idea de personas influyentes por su talento. Esos son los verdaderos influyentes”, expresó. Su enfoque privilegia la autenticidad y el mérito, valores que considera esenciales en el mundo de la moda, por encima de la fama efímera.
Diseñadores jóvenes, anotar
Armani, con su vasta experiencia en la moda, ofrece un mensaje claro a quienes aspiran a seguir sus pasos en la industria: dedicación, autenticidad y una búsqueda constante de la propia voz creativa. Aconseja a los jóvenes diseñadores: “Naturalmente, estudia moda si es lo que te apasiona. Pero prepárate para un trabajo duro, constante e incesante”.
Para él, el éxito en el diseño no se basa sólo en el talento, sino en una persistencia incansable y una voluntad firme para desarrollar una identidad propia, independiente de las tendencias pasajeras.
Asimismo, destaca la importancia de creer en uno mismo y en el camino elegido, advirtiendo que la moda es un “largo viaje que requerirá dedicación y motivación”. Este consejo subraya su visión de la moda como un oficio riguroso y comprometido, en el que cada diseñador debe forjar su propio estilo con rigor y autenticidad, en lugar de intentar ajustarse a lo que dicta el mercado.
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